"Culmina hoy la prudente espera y me introduzco nuevamente en los lenguajes del razonamiento. Pienso... Tú has sido para mí todo, todo lo que mis reencarnaciones clamaban. Conocí de tí lo mejor, casi lo mejor. Me escalaste desde las palabras entreabiertas y los suspiros ahogados y mordidos entre dientes. Me has hecho un hombre de mil virtudes, y aún más, me has hecho creer en las virtudes. Llevé mis llamas hacia el cielo porque tú fuiste regadera de mis ansias y me envalentoné desacostumbradamente por hallarte a mi lado. Hoy, he adquirido el valor de haberte pertenecido y siento que valgo por tí aún lo que tú quieres que valga. La enfermedad y el remedio surgen del mismo vientre. Del mismo vientre, Caín y Abel. Del mismo vientre, la sed y el agua; así, la distancia y la partida; la partida y el encuentro... [...]"

Hasta siempre.