creo que Yani estaba feliz, porque murmuró muy dulcemente: "Maestro, Maestro mío. No te niegues a recibir lo que tú deseas de mí. Te obsequio la noche y una parte de mis sueños, pues luego debo regresar de donde vine con lo que tú dejas en mí, para seguir viviendo y seguir amando..."
la luna nos sorprendió abrazados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario